Ecobarrios: más allá de los edificios sostenibles
Una de las principales características del progreso sociotecnológico es su aparente infinitud. Hasta hace muy poco, los edificios eran concebidos y construidos sin demasiada consideración hacia su sostenibilidad. Hoy las cosas han cambiado e inmobiliarias como Colonial incluyen la disminución del impacto ambiental como uno de los requisitos indispensables de su actividad. Pronto será la norma. Pero incluso antes de que esta tendencia de edificación sostenible se generalice, y fruto de ese progreso irrefrenable, la sociedad ya está dando pasos muy serios hacia el siguiente nivel: la conformación de ecobarrios, diseñados mediante fórmulas urbanísticas orientadas a la eficiencia energética, el reencuentro con la naturaleza y el fortalecimiento de las comunidades. Estas son sus cualidades principales:
Instalaciones para la autosuficiencia
La globalización económica genera muchos beneficios en términos de disponibilidad de materias primas. Sin embargo, también deriva en ocasiones en consumos energéticos desproporcionados al desplazar las mismas miles de kilómetros alrededor del mundo. Una solución a esta problemática es la producción local. Y nada más local que los barrios. En ese sentido, uno de los rasgos más característicos de los ecobarrios es la presencia de huertos urbanos vecinales, que proporciona tanto cierta soberanía alimentaria como una oportunidad para el encuentro humano entre los vecinos. Esta es la razón por la que estos nuevos modelos de barrio también son conocidos como vecindarios fértiles. Permiten que crezcan las verduras, las frutas y las relaciones personales más allá del propio hogar.
Recuperación de prácticas ancestrales
Dos de los comportamientos claves del homo sapiens previo a la civilización moderna eran la inmersión en la naturaleza y el nomadismo. Los barrios actuales, definidos por construcciones de cemento repletas de opciones de entretenimiento electrónico, han ido reduciendo la adhesión de las personas a esos comportamientos que continúan siendo connaturales a ellas. Los ecobarrios combaten esa pérdida. Por un lado, mediante la incorporación de más zonas verdes, prioritariamente de carácter autóctono para conservar los hábitats y la biodiversidad propia. Por otro lado, a través de la peatonalización de los espacios públicos. Esto incluye avenidas en las que caminar, pero también más plazas de reunión comunitaria, más zonas deportivas y más zonas de recreación para los más pequeños.
Independencia de los transportes contaminantes
La idea de autosuficiencia de los ecobarrios va mucho más allá de la cuestión alimentaria. En realidad, bajo todos estos proyectos urbanísticos subyace una idea clara: dotarse de todas las instalaciones oportunas para satisfacer las necesidades esenciales y no tan esenciales de la comunidad. Esto, además de reforzar la ya mencionada conexión vecinal, también supone una disminución muy significativa del consumo de transporte privado y de transporte público contaminante, ya que las personas no se ven obligadas a desplazarse hasta otros puntos de la ciudad para obtener lo que desean obtener. Basta con la bicicleta o con la caminata para acceder a zonas de entrenamiento, a zonas de comercio, a zonas residenciales o a zonas de entretenimiento. Las llamadas Supermanzanas de Barcelona ya lo están implementando.
Revalorización del diseño estético
Los barrios estéticamente feos generan un impacto negativo en sus vecinos. De ahí que las nuevas corrientes tengan muy en cuenta todo lo relacionado con el apartado visual de estas subdivisiones urbanas. Además de la potenciación de la vegetación, de la que ya hablamos anteriormente, encontramos en ellas una apuesta por materiales biofílicos como la madera. El ecobarrio londinense Bed Zed, diseñado por el arquitecto británico Bill Dunster, es uno de los ejemplos paradigmáticos de esta tendencia, pues la madera con certificación ecológica aparece como solución a muchas de las necesidades de los edificios que lo conforman. Otra tendencia inscrita dentro de esta revalorización del diseño es la presencia de arte urbano, en muchas ocasiones ejecutado por los propios vecinos del ecobarrio.
Incorporación de recursos tecnológicos
La producción de nuevas tecnologías genera una contaminación. Sin embargo, aquellas enfocadas en la reducción de la huella ecológica son una apuesta necesaria dado que terminan generando un ahorro energético y material mucho mayor del gasto que requirieron. De ahí la importancia de abastecer los barrios con tecnologías prosostenibilidad. El ecobarrio colombiano de San Antonio es una muestra de ello: dispone de 32 paneles solares destinados a la producción y el consumo responsable de energía, 40 composteras para el aprovechamiento de los residuos orgánicos y otras tecnologías diseñadas para la recuperación del agua de las lluvias. Todo esto le valió en el año 2019 para obtener el sello EcoQuartier del gobierno francés. Los cambios diferenciales comienzan siempre en los barrios.