Madera: el material idóneo para los espacios públicos
La arquitectura tiene una responsabilidad moral: encontrar las soluciones correctas para las necesidades concretas de una sociedad en un momento determinado de la historia. Y en este en el que vivimos, el de la amenaza climática, el de la desconexión humana respecto a la naturaleza, el del incremento del estrés, una de las soluciones más importantes en las que se están apoyando los arquitectos para diseñar los edificios es la madera, un súpermaterial tan sostenible como connatural a los seres humanos. Pero no son solo las oficinas como Wittywood o las viviendas las que han empezado a lucir elementos de madera: también los espacios públicos. Y hay muy buenas razones para ello.
Proporciona comodidad
La madera es un material duro. Y eso lleva a la inmensa mayoría de personas a considerarlo un material incómodo cuando se trata de fabricar asientos públicos. No obstante, la realidad es muy diferente: la comodidad de una silla o de un banco no depende tanto de la rigidez material como de su curvatura ergonómica. Si esta es adecuada, si esta se adapta correctamente a la fisionomía humana, proporciona entre 45 y 120 minutos de uso continuado cómodo. Los acolchados no son necesarios cuando se diseñan piezas pensando de verdad en las personas. El tacto de la madera, además, genera sensaciones muy agradables e inspira tranquilidad.
Se mantiene fresca
Todos los materiales tienen una masa térmica: una capacidad específica para absorber y almacenar el calor del ambiente. Y según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Western Sydney University, las estructuras públicas construidas con metal, plástico o caucho disponen de una masa térmica tan elevada que pueden alcanzar temperaturas de hasta 90º centígrados durante los meses estivales, por encima de lo recomendable. Esto no ocurre con la madera, la cual presenta una masa térmica muy baja y, en consecuencia, una menor retención de la radiación solar. En definitiva, las estructuras públicas de madera permanecen más frescas.
Protege de las infecciones
Los humanos hemos evolucionado junto con infinidad de microorganismos, algunos de los cuales son considerados patógenos debido a que pueden dañar nuestra salud una vez penetran en nuestro cuerpo. Esto lo conocemos desde el siglo XIX, cuando los científicos Louis Pasteur y Robert Koch idearon la teoría microbiana. Sin embargo, en la actualidad, y debido a la pandemia del COVID19, la sociedad es más consciente que nunca de la trascendencia de la protección. Y ahí la madera tiene mucho que decir: es un material antiséptico y antiviral. Su eficacia en este apartado supera incluso a la del plástico, previniendo así los contagios en áreas públicas.
Ofrece durabilidad
Todas las construcciones sufren desgaste a lo largo del tiempo. No obstante, las estructuras públicas, especialmente aquellas emplazadas a la intemperie, sufren una mayor erosión por parte de los agentes ambientales al estar más expuestas a ellas, motivo por el cual la madera vive la revalorización que está viviendo como material idóneo para los espacios públicos. Después de todo, se trata de un material muy duradero. Los árboles, a fin de cuentas, pueden llegar a vivir cientos de años. En este sentido, la madera garantiza tanto una mayor calidad a largo plazo de las instalaciones como una menor inversión de recursos económicos públicos.
Cuida del planeta
Pero también de recursos del planeta dado que la madera es un material totalmente renovable que, explotado de forma responsable, permite a la humanidad cubrir sus necesidades de construcción sin necesidad de deteriorar los hábitats naturales. Esto es especialmente cierto en los casos en los que se emplean maderas masivas certificadas de cercanía y de origen responsable. Además, las estructuras públicas hechas con madera resultan más amables con la fauna urbana, pues a diferencia de lo que ocurre con otros materiales como el cemento, forma parte del ecosistema propio de los animales. Y este cuidado de la biosfera conduce al último punto:
Reduce el estrés a través de la biofilia
Las investigaciones científicas han demostrado que la naturaleza posee un impacto positivo sobre la salud mental. En concreto, como indica la experta Gretchen Daily en el medio National Geographic, «la experiencia de la naturaleza se asocia con un aumento de la felicidad, capacidad de gestión de las tareas de la vida y disminución de la angustia mental«. De ahí buena parte de la biofilia humana, ese deseo de sumergirse en entornos verdes repletos de vida, de rodearse de árboles, animales y aire libre. De ahí esa atracción por la madera. En el futuro, miradores, parques infantiles, parques deportivos y áreas de descanso públicas la abrazarán con fuerza.